lunes, 31 de marzo de 2008

LA SOMBRA DE ALBERTI ES ALARGADA






Benjamín Prado

A la sombra del ángel

Aguilar, 2002








En 1977 tras largos años de exilio retornó a España -"un país que los canallas le habían arrebatado durante casi cuatro décadas"- el poeta Rafael Alberti convertido en un "auténtico mito literario y civil" y ataviado "con su melena de astrónomo, su gorra de marinero y sus camisas selváticas, vistosas como pájaros tropicales". Pocos años más tarde conocería a un jovencísimo Benjamín Prado.

A estas alturas resultaría superfluo -por tópico y redundante: en la red el interesado puede encontrar sin dificultad cientos de páginas al respecto- esbozar un ensayo biográfico o bibliográfico de Alberti, poeta de los más queridos para este lector pese a la evidente irregularidad de su obra. A la sombra del ángel relata la intensa relación casi tutelar -no en vano les separaba medio siglo de vida- que Benjamín Prado mantuvo durante trece años con el poeta gaditano. El autor advierte en el capítulo inicial que su intención no es "escribir una biografía de Rafael Alberti, ni tampoco ofrecer un inventario exhaustivo de los años que pasé junto a él, sino contar ciertos episodios de una parte de su historia, ocurrida entre 1981 y finales de 1993 o principios de 1994, que quizá guste conocer a los lectores".

Verosímil retrato íntimo, entre luces y sombras, de un hombre llamado Rafael más que del poeta Alberti, este libro nos revela a una persona siempre jovial y desinteresada, de carácter dicharachero, generoso y bromista ("son las tres, es la hora de Ibsen"; "no olvides el abrigo, hace mucho Freud"), y también a un escritor caprichoso y endiosado en ocasiones, con un pueril afán de protagonismo ("yo que he hecho la poesía más popular y la más oscura", "yo que soy un poeta archiconocido allá por donde vaya"). Rafael Alberti, desordenado y negligente en su aseo personal pero a la vez maniático de la puntualidad y presumido, "vivía intensamente, con una alegría como de niño ininterrumpido, los mejores momento de una existencia, en general, caótica, hecha de extremos que lo llevaban del tumulto y la fama al abandono, de los autógrafos y las ovaciones a la soledad de aquel escueto apartamento de una sóla habitación (..)"

A modo de ejemplo de la extraordinaria vitalidad del autor de Sobre los ángeles cabe mencionar la devoción de Alberti por el teatro al que Benjamin Pardo acompañó en "cientos de estrenos", los numerosos recitales de poesía que ofreció por toda España -¿quién no ha escuchado alguna vez la inconfundible voz declamatoria del poeta gaditano?- y sobre todo su afición a los "viajes literarios", en compañía de los poetas Luis García Montero, Javier Egea o Luis Muñoz, viajes que tuvieron entre otros los siguientes itinerarios: "el monasterio de Veruela, al pie del Moncayo, donde Becquer escribió sus cartas desde mi celda; o la tumba de Leonor, joven esposa de Antonio Machado, en Soria; o las murallas a cuyo pie encontró la muerte Jorge Manrique; o el emocionante huerto de San Juan de la Cruz y la iglesia donde está expuesto un dedo incorrupto de Santa Teresa de Jesús en Ávila..."

La biografía de Rafael Alberti, que recorre el siglo XX en su totalidad, ha deparado multitud de anécdotas con autores de la talla de Hemingway, Albert Camus o Pablo Neruda, recogidas en sus libros de memorias. Por su parte el lector de A la sombra del ángel tiene el privilegio de asistir al reencuentro con alguno de sus compañeros de generación como José Bergamín, Gerardo Diego y Dámaso Alonso. Precisamente del último de ellos se relata un conmovedor episodio que sucedió durante la ceremonia de entrega del premio Cervantes en 1984: "Desde mi asiento, vi que, al incorporarse, la pernera derecha del pantalón había quedado montada sobre la caña de los botines, y que allí se encaminaba el maestro, hacia el solemne púlpito, con esa pata remangada a lo Cantinflas, sorprendido ante la notable muchedumbre en actitud un tanto pantuflera. Entonces, con una rapidez inesperada en un hombre de sus muchos años, su viejo amigo Dámaso Alonso abandonó su asiento y, arrodillándose a espaldas de Alberti, le desenganchó y colocó el pantalón"

Benjamín Prado da cuenta en el capítulo final -La zona sombría, su esclarecedor título- de la serie de ultrajes ocurridos a raiz del funesto segundo matrimonio de Rafael Alberti en 1990: la conversión del nombre de quien fue el "poeta del pueblo" en marca registrada, la depuración en las memorias de Alberti de ciertos nombres y la manipulación interesada del texto, el escándalo de los diez testamentos que el poeta firmó entre los años 1991 y 1996, el escamoteo de material de indudable interés pero sobre todo de gran valor económico de la Fundación Alberti... No quisiera empozoñar este blog con el nombre de la responsable de tanta infamia. Como bien dice Benjamín Prado "el destino de las langostas es morir de hambre o devorarse entre ellas"

Finalmente no me resisto a transcribir un célebre poema del primer libro de Rafael Alberti por el que siento especial debilidad:


SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA

Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento,
y sobre el viento la vela!

(Marinero en tierra, 1924)



Hasta pronto

2 comentarios:

Meadow dijo...

Gran libro, sí señor. Te he cogido prestada la imagen del libro para un blog que estoy haciendo sobre Benjamín Prado, en el que analizo este libro. Pondré, por supuesto, vínculo a esta página, me ha gustado tu análisis.

benjaminprado.blogspot.com

custardoy dijo...

Gracias por leerme, amigo

A ver si me animo y retomo el blog que lo tengo bastante abandonado.

Un saludo