Prefacio a David Copperfield
martes, 9 de junio de 2009
SU HIJO PREDILECTO
Prefacio a David Copperfield
lunes, 8 de junio de 2009
TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
"(...) De lo que me quejo es de la superficialidad de esas personas que sólo hacen las cosas en pro del cambio y luego hablan como si el cambio fuese inamovible y definitivo. Ese es el defecto de cualquier teoría puramente progresista, los mismo en la literatura que en la ciencia. La última opinión es siempre infaliblemente acertada e inevitablemente errónea. Es acertada porque una nueva generación de jóvenes está cansada de las cosas, y errónea porque otra generación de jóvenes se cansará de ellas."
GILBERT K. CHESTERTON
domingo, 7 de junio de 2009
QUÉ VIDA SINGULAR
EL CEMENTERIO
(Trad. Luis Cernuda)
viernes, 5 de junio de 2009
EL AMOR A LAS FLORES
martes, 2 de junio de 2009
TU VIENTRE LÍVIDO DE VIENTO
Clamo a tu vientre lívido de viento,
al corazón estrecho de tus gallos,
a sus látigos rojos, a los rayos
que acribillan tu hueco firmamento.
Busco la arista del desdoblamiento,
hurtarme fruto a mis normales tallos,
libertarme en tus ácidos caballos
y un ungir tus torres de mi advenimiento.
Si llegaras conmigo a la ondulada
alta loma del ser, donde se muta
la sangre viva en el símbolo de hielo…
Mas quién podrá parar la madrugada
alzando ya la concha de su ruta
sus rapaces de luz sobre tu vuelo.
lunes, 1 de junio de 2009
Los perseguidores
La explicación de esto último la tiene el llamado canon compensatorio. Por virtud de éste, hace ya un tiempo que la compra de determinados aparatos y soportes se ve gravada de forma generalizada e indiscriminada con un porcentaje que la SGAE y otras entidades de gestión colectiva cobran de antemano, en previsión del empleo que pueda hacerse de dichos aparatos y soportes (equipos de música y televisores, pero también CD/DVD, memorias portátiles, etc.) para realizar copias privadas de objetos sujetos a la propiedad intelectual, ya se trate de imágenes, películas, canciones, textos...
Son muchos los que consideran que el canon compensatorio vulnera la presunción de inocencia a que tiene derecho todo ciudadano. Desechando escrúpulos de este orden, la SGAE no ha cesado de discurrir todo tipo de mecanismos destinados a controlar y a gravar la transmisión y divulgación de contenidos sujetos a propiedad. De este modo, los enfrentamientos de la SGAE con las asociaciones de consumidores y, sobre todo, de internautas han venido haciéndose cada vez más virulentos, y arrojan un esperpéntico anecdotario en el que se suceden descalificaciones, insultos, querellas criminales y manías persecutorias.
Como muestra, un botón: en 2006, un juez de Alicante autorizó a la SGAE a cobrar por la música que se ponía en las celebraciones de boda y otros eventos de este tipo. Sustentándose en esta sentencia, hace apenas unos meses la SGAE demandó a un salón de bodas de Sevilla por emplear música de sus afiliados sin pagar el canon correspondiente. Como prueba de su denuncia, la SGAE aportó un video de cuatro minutos grabado durante la celebración. Los novios demandaron la SGAE por grabar ese video sin autorización, vulnerando la intimidad del acto, y la entidad fue condenada a pagar 60.000 euros de multa. El caso puso de manifiesto el empleo, por parte de la SGAE, de detectives destinados a probar que en determinadas bodas, bautizos y comuniones se baila al son de canciones “protegidas” por el derecho de propiedad de sus autores.
Más acá de las exaltaciones y de las truculencias a que da lugar este estado de cosas, el traerlo a colación invita a una melancólica consideración acerca del lugar cada vez más paradójico que el artista (o lo que se presuma por tal) ocupa en la sociedad contemporánea.
El caso es que nuestra cultura participa todavía, si bien de un modo cada vez más residual, de una concepción del artista acuñada en el romanticismo, conforme a la cual solía ser visto —el artista en general, ya fuese poeta o pintor, cómico o cantante— como un individuo situado al margen de las convenciones, cuando no enfrentado resueltamente a ellas; un individuo puesto al servicio de un ideal superior, del que a menudo se derivaban actitudes transgresoras, cuando no abiertamente subversivas.
La casi automática identificación entre la vida artística y la bohemia ha sido capaz de resistir durante décadas, hasta hoy mismo, las evidencias flagrantes que tan a menudo la desdicen, y que apuntan, por el contrario, a la domesticación y estandarización de la mayor parte de los artistas, a la consolidación de un star system que ha convertido al artista consagrado en un privilegiado representante del lujo y de la sofisticación, también en un valioso orientador de las tendencias del mercado. En la misma dirección, el arraigado prejuicio que atribuye al artista, por el mero hecho de serlo, posiciones políticamente progresistas y contestatarias, pasa por alto toda suerte de incongruencias, y no cesa de dar pie a las más insospechadas alianzas (para no irse demasiado lejos: ¿puede alguien explicarme, por ejemplo, qué hacía Michelle Bachelet, en el cierre de su campaña presidencial, cogida triunfalmente de la mano de Miguel Bosé? ¿Es que la letra de canciones como “Sevilla”, “Amante bandido” o “Hacer por hacer” promueven los valores de la izquierda chilena?).
Aupados al carro de las subvenciones y de las políticas proteccionistas con que los gobiernos socialdemócratas retribuyen su apoyo (obsérvese, si no, el caso español), autores y artistas han conseguido que la defensa de la “propiedad intelectual”, noción lábil y peliaguda donde las haya, y por medio de la cual la doctrina capitalista coloniza subrepticiamente el ámbito supuestamente libre de la creatividad y de la comunicación humanas, haya pasado a ser, incondicionalmente, una premisa de la izquierda cultural.
No es lugar este de cuestionar los fundamentos jurídicos e incluso éticos que cargan de razón a quienes invocan los sacrosantos derechos de la propiedad intelectual. Baste, de momento, con subrayar un indeseable efecto estético: el que se desprende de ver a los más conspicuos representantes de aquella inconformidad, de aquella insolencia, de aquel espíritu aventurero tradicionalmente asociado a la más común idea del arte y de la vida artística, convertidos en agentes del orden, en furibundos instructores de legislaciones restrictivas y penalizadoras, en vigilantes celosos, en ávidos controladores, en perseguidores.
Puede que, como algunos dicen, esté en juego en todo esto la subsistencia misma de muchos artistas. En cualquier caso, lo que parece quedar fuera de juego —pero quizá ya lo estaba, desde mucho antes— es una determinada concepción del arte y de las relaciones que con él mantenían el artista mismo y la comunidad.
Ignacio Echevarría
sábado, 30 de mayo de 2009
LA PORTENTOSA ESTRUCTURA DEL MUNDO
(...) Nuestros cuatro elementos naturales,
Que pugnan por dominar en el pecho,
Nos enseñan a aspirar con la mente.
Nuestra alma, cuya facultad comprende
La portentosa estructura del mundo
Y de cada astro errante mide el curso
Y aun trepa en pos de infinita ciencia,
Inquieta siempre como las esferas,
Nos amonesta a usarnos sin descanso
Hasta alcanzar el fruto más maduro,
Esa beatitud perfecta, gozo único,
La fruición de una terrena corona. (...)
Tamerlán el grande, Parte I
Segundo acto, escena VII
(Trad. Aliocha Coll)
viernes, 29 de mayo de 2009
LOS CAZADORES HOPIS
Los cazadores hopis del norte de Arizona vagaban antes por las montañas y seguían a los búfalos por las llanuras en dirección al este; pero ahora sólo unos pocos, como este hombre de rostro severo, buscan venados, antílopes y pumas. Este cazador viste aún la blusa de cuero de sus antepasados, y usa pañuelo rojo en vez de la vincha de plumas.
domingo, 24 de mayo de 2009
CORRER TRAS EL PROPIO SOMBRERO
Charles Dickens, Aventuras de Pickwick
(Trad. Benito Pérez Galdós)
miércoles, 6 de mayo de 2009
CAMALEÓN
El 6 de mayo de 1859 fallecía Alexander Von Humboldt en Berlín. A su muerte dejó inconclusa la enciclopédica obra Cosmos en la que pretendió ofrecer una pormenorizada descripción del mundo físico compendiando para ello todo el saber científico de su tiempo. En su estudio de trabajo Humbodt poseía un camaleón domesticado del que memorablemente afirmó:
(trad. de Manuel Crespo)
miércoles, 29 de abril de 2009
COMO UN JUGUETE ROTO
Tal día como hoy hace 86 años el escritor Rainer María Rilke publicó el poemario Elegías a Duino cuya composición le llevó más de 10 largos años
(...)
Ciertamente es extraño no habitar ya la tierra,
no practicar ya costumbres aprendidas apenas,
a las rosas y otras cosas, con su especial promesa,
no darles el significado de futuro humano;
lo que uno fue, en manos infinitamente medrosas,
no serlo más, e incluso el propio nombre
dejarlo a un lado, como un juguete roto.
Extraño, no seguir deseando los deseos. (...)
Elegía I (Trad. Eustaquio Barjau)
lunes, 27 de abril de 2009
HIJO DEL CIELO
martes, 21 de abril de 2009
EL VUELO DE LA IMAGINACIÓN
"(...) pero, estimado señor, ¿no es la experiencia real de cada individuo muy limitada? Y si un escritor se atiene a ella total o parcialmente, ¿no correrá el peligro de repetirse y también de volverse un ególatra? Por otro lado, además, la imaginación es una facultad poderosa e inquieta, que reclama atención y ejercicio: ¿acaso hemos de hacer oídos sordos a sus gritos e ignorar sus forcejeos? Y cuando nos muestra panoramas brillantes ¿no debemos contemplarlos ni intentar describirlos? Y cuando es elocuente y nos habla rápida e insistentemente al oído, ¿no hemos de escribir a su dictado?"
miércoles, 15 de abril de 2009
ALGO PEOR QUE LA LOCURA
"Una obra literaria es una forma, pero no es raro que el autor que manifiesta una conciencia de las responsabilidades comprometidas en esta circunstancia perciba que se le considera un personaje peligroso. Normalmente se le permitirá ser un artista, pero no demasiado; el camino del arte lleva, al parecer, a algo peor que la locura. Esta peculiar superstición se ha impuesto con tanto éxito que el mero hecho de haber sido indiferente al peligro constituye en sí mismo una originalidad"
Henry James, La imaginación literaria
(Trad. Javier Alcoriza y Antonio Lastra)
sábado, 4 de abril de 2009
TRES BENETIANAS
Murió en la madrugada del 5 de enero de 1993 en su casa de Madrid de resultas de un extraño tumor facial. Su entierro fue muy concurrido. Aún recuerdo a Vicente Molina Foix con el rostro descompuesto, pálido de no haber dormido, arrojando una mirada de espanto sobre la fosa (la mirada de Dante sobre el cadáver de Beatriz, la mirada de Doña Juana junto al ataúd de Felipe el Hermoso)(...)"
viernes, 3 de abril de 2009
TODO ERA CENIZA DE LA NADA
Después de todo, todo ha sido nada,
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
No queda nada de lo que fue nada.
Qué más da que la nada fuera nada si
"Cuaderno de Nueva York" 1998
Tal día como hoy hace 87 años nació en Madrid el gran poeta José Hierro. Dibujó hermosos barcos de colores para dedicar sus libros a los lectores porque paradójicamente le faltaban las palabras o acaso por un resto de timidez.
jueves, 2 de abril de 2009
EL REY DE CAMBODIA
miércoles, 1 de abril de 2009
NIDO DE GUSANOS
EL ARTISTA
Sobre montones de cadáveres,
sobre espesuras de gritos que han quedado
hemos bruñido un torso resplandeciente
o espabilado la gracia lunar,
sobre las sombras de los seres resentidos y acres.
Sobre figuras que acapara el polvo,
sobre el humano río que se queja,
sobre la torva espalda del trabajo
la indiferencia de los pájaros que cantan
y la huida cobarde.
Así, porque los guantes ocultan un corazón helado,
porque las bellas palabras son fermentos bbbbbbbbreverdecidos,
porque la soledad es nuestro nido de gusanos,
se nos llama tulipán o rosa
sobre piras inmensas de hambre.
Candente horror, 1936
El 1 de abril de 1904 nacía en la localidad alicantina de Alcoy el exquisito poeta Juan Gil Albert. Como el caracol en su concha permaneció durante el franquismo alejado por voluntad propia de la insalubre vida pública española escribiendo una obra de factura deslumbrante y rara autenticidad.
martes, 31 de marzo de 2009
ASTURIAS PATRIA QUERIDA
Carta de Asturias
Editorial Gadir, 2006
La primera frase de un libro, si es brillante, suele convertirse en una losa demasiado pesada de levantar para el escritor. Carta de Asturias comienza de forma memorable: "Asturias, en el norte de España, tiene forma de mariposa". El resto es otra historia muy diferente.
De la lectura de este libro se pueden extraer varias conclusiones. En primer lugar, que Hugh Thomas -un reconocido hispanista de origen galés, autor de una pionera y célebre historia de la gerra civil española, publicada en 1961- no es un brillante estilista. Carta de Asturias está escrito en un estilo anodino, desaliñado, y el lector tiene a menudo la impresión de tenérselas que ver con una especie de guía michelín. Lo que en un libro de historia quizá pueda considerarse adecuado para cubrir el expediente (una prosa funcionarial), en uno de viajes, publicado además por una editorial digamos literaria, no alcanza de ninguna manera a satisfacer las expectativas.
En segundo lugar, que resulta inequívoca la deriva que con el tiempo ha tomado el pensamiento del historiador británico -reconocida por el propio Thomas en una entrevista concedida al diario El País: 'Soy equilibrado en mis juicios, pero ahora soy más conservador que en los años sesenta'. La primera parte de esta aseveración se desmiente primero en este libro con expresiones como "el extraordinario general Queipo de Llano" (individuo cuyo mayor mérito militar fue la salvaje represión que ordenó en Sevilla contra la indefensa población civil -'Id preparando sepulturas'- y responsable último del asesinato de García Lorca -'Dadle cafe, mucho cafe') y más tarde se vuelve triste falacia en el capítulo "La guerra civil en Asturias" donde Hugh Thomas haciendo gala de un disparatado revisionismo histórico tilda a los republicanos de "fuerzas revolucionarias" e incluso de "exaltados revolucionarios" (¿?) mientras que el ejército nacional se dedica a "liberar" Oviedo o "rescatar" Covadonga (¡!). Un poco más tarde el hispanista galés intenta justificar de forma patética el brutal exterminio llevado a cabo por el ejército nacional tras la guerra civil. Para rematar la faena el traductor convierte a los nacionales en "nacionalistas" (lo que no deja de tener su retranca).
Más allá de cuestiones estilísticas e ideológicas (pero ¿se pueden dejar aparte?) el libro, primorosamente editado por Gadir, contiene una generosa muestra de bellas fotografías de Asturias y una apasionada vindicación del gran Jovellanos, y podrá ser útil tanto al lector curioso como al viajero concienzudo pues proporciona valiosa información sobre buena parte de los monumentos e iglesias del Principado. Sin embargo -imperdonable olvido- Hugh Thomas no hace mención alguna al bellísimo parque natural de Somiedo.
BREVE NOTA AUTOBIOGRÁFICA
A pesar de lo mucho objetado a Carta de Asturias tengo que reconocer que su lectura me ha emocionado profundamente pues no en vano tengo ascendencia asturiana (mi padre y mi madre nacieron en sendos pueblecitos pertenecientes al concejo o municipio de Cangas de Narcea) y buena parte de los veranos de mi infancia y adolescencia los he pasado allí. Muchos de los lugares citados por Hugh Thomas me traen a la memoria gratísimos recuerdos -Luarca, Castropol, Ribadesella, Llanes, Leitariegos- y de mi propia cosecha puedo aportar alguno más: Morzó (el pueblo de mi madre), Villategil, Puenteciella, Bimeda, Fondos de Villa. Esta reseña se escribió teniendo muy presente a toda mi familia asturiana, a los que ya no están -mis abuelos Adela y Francisco, María y Amador, mi tío Luis, la querida tía Carmen y también al bueno de José de Sildo- y a los que allí continuan: mis tíos Claudio e Isolina, mis primos Paco, Bea y Luisma. Y por supuesto a mis padres.
Hasta pronto
domingo, 29 de marzo de 2009
PEDAGOGÍA
Hace 114 años tal día como hoy nació en la localidad alemana de Heidelberg el inclasificable y escurridizo escritor Ernst Jünger. Su ingente obra todavía no ha sido adecuadamente comprendida ni valorada en toda su verdadera magnitud.
"Los niños son seres divinos: el mundo estaría en orden si nosotros nos educáramos siguiéndolos a ellos en vez de educarlos de acuerdo a nuestra modalidad"
Enst Jünger, El autor y la escritura (Trad. Ramón Alcalde)
miércoles, 25 de marzo de 2009
Cultura periodística
“Stepan Arkadich recibía y leía un periódico no demasiado liberal, pero de una orientación que era la de la mayoría. Y a pesar de que, en realidad, no le interesaban ni la ciencia, ni el arte, ni la política, apoyaba con firmeza las opiniones que tanto la mayoría como su periódico profesaban sobre estos temas y sólo las cambiaba cuando la mayoría lo hacía o, mejor dicho, no la cambiaba, sino que ellas mismas se cambiaban en su mente sin que él se apercibiera de ello.
“Stepan Arkadich no había escogido sus ideas u opiniones políticas, sino que unas y otras se le habían venido por sí mismas; como tampoco había escogido la forma de su sombrero o de su levita, sino que adoptaba las que estaban de moda. Y para quien, como él, pertenecía a una esfera social en la que se juzgaba imprescindible saber qué pensar sobre determinadas cosas, tener opiniones era tan indispensable como usar sombrero. Si había un motivo para preferir las ideas liberales a las conservadoras —que muchos miembros de su círculo también sostenían— no era porque creyese que el liberalismo era más racional, sino porque estaba más conforme con su estilo de vida. El Partido Liberal decía que en Rusia todo iba mal, y, en efecto, Stepan Arkadich tenía muchas deudas y, ciertamente, carecía de dinero suficiente. El Partido Liberal mantenía que el matrimonio era una institución trasnochada y que era menester ponerla al día, y, en efecto, la vida de familia procuraba a Stepan Arkadich pocas satisfacciones y lo obligaba a mentir y disimular, lo que repugnaba a su carácter. El Partido Liberal decía, o mejor dicho, daba a entender, que la religión no es más que una rienda para frenar al elemento bárbaro de la población, y, efectivamente, Stepan Arkadich no podía aguantar la más breve función religiosa sin que le doliesen las rodillas, ni podía comprender el porqué de esas palabras terribles y altisonantes acerca del otro mundo, cuando era tan divertido vivir en éste [...] Así, pues, el liberalismo había llegado a ser un hábito para Stepan Arkadich, a quien su periódico le gustaba por el mismo motivo que su cigarro después de la comida, a saber, por la ligera neblina que le creaba en la cabeza”.
Sorprende, siglo y medio después de haber sido hecha, la vigencia de esta perspicacísima observación. Costaría encontrar una mejor descripción del tipo de relación que, hoy como entonces, mantienen muchos lectores con el periódico del que son más o menos asiduos.
La observación resulta especialmente pertinente en estos tiempos en que por todas partes se oye hablar de la supuesta decadencia de la prensa escrita, de su inminente desbancamiento por la prensa digital. Sin entrar aquí en aburridas especulaciones, lo cierto es que el diario impreso constituye un soporte difícilmente sustituible en cuanto objeto no sólo de consumo, sino que también de identificación y de ostentación, provisto de una marca que permite atribuir a su dueño o usuario determinadas connotaciones socioculturales mucho antes que ideológicas.
El pasaje citado explica muy bien de qué modo ejerce su influencia un periódico consolidado, ya no digamos si hegemónico, como es el caso de este mismo en que se publica este artículo. Se trata de algo extraordinariamente sutil, que no pasa por el adoctrinamiento más o menos tácito ni por la manipulación, o no solamente. Se trata más bien de una comunión de intereses de toda especie que el periódico en cuestión contribuye a catalizar y a transmitir convertida en eso tan inasible que se llama opinión pública y que no sólo incide sobre las ideas políticas, sino que también sobre el gusto, los hábitos, las actitudes.
Es en este sentido en el que cabe hablar del periódico mismo como un hecho cultural, que configura la sensibilidad del lector y lo hace receptivo a determinadas opciones no sólo éticas, sino también estéticas, sin que sea posible distinguir del todo a cuál de ellas pertenece la elección de su sombrero o de la levita que lleva puesta.