sábado, 4 de abril de 2009

TRES BENETIANAS

1.- El pasado 25 de marzo Vicente Molina Foix en la entrada inaugural de su blog titulada Sueños y despertares escribía lo siguiente:

"(...) Desde febrero comparecía de forma frecuente en mis sueños Juan Benet, el gran amigo y maestro muerto en la madrugada del 5 de enero de aquel año, y en julio me puse a la tarea de trascribirlos al despertarme cada mañana, como una manera de retener por escrito las apariciones de una figura tan querida, tan esencial, tan intempestivamente desvanecida. (...)"

2.- Cuatro días mas tarde el suplemento cultural del diario ABC publicaba el artículo "Una meditación sobre Benet", en el que Manuel de Lope esboza una jugosa nota biográfica:

"(...) conocí a Juan Benet en el hotel Suecia de Madrid hacia 1980; yo tenía poco más de treinta años y el autor algo más de cincuenta, una diferencia de edad que enmascaraba otras diferencias; nuestro primer desacuerdo de importancia tuvo como sujeto el desembarco aliado en Normandía en 1944, una brillante operación militar sobre la que cabían exageradas desavenencias según se siguiera la opinión del general Fuller o del general Eisenhower; nos veíamos regularmente cada vez que yo venía a Madrid y en un par de ocasiones recibí su visita en mi casa de Aix-en-Provence; una vez obtuve para él una botella de vino de una rara denominación de origen (Chiroubles); en otra ocasión conseguí un whisky entonces poco conocido y de nombre prácticamente impronunciable (Laphroaig); el año del cometa preparamos una expedición con instrumentos adecuados para observar el fenómeno (expedición que no llegamos a realizar); de su casa recuerdo un cenicero de la marca de cigarrillos Hamlet; en algún caso intercambiamos libros (los Aforismos de Lichtenberg por mi parte, contra no sé qué libro por parte suya, quizá La rama dorada, de Frazer); era un experto en hidráulica pero poco entendido en micología; se casó en segundas nupcias con una joven poetisa y comentó: más vale Blanca en la mano que cien golondrinas volando; me entregó una de sus novelas con una dedicatoria: A Manuel por mis lamentables errores, no referida a la boda, por supuesto, todavía no, sin duda referida a aquella lejana divergencia sobre la oportunidad del desembarco en Normandía; un día, en el correo habitual, recibí un certificado de libertad bajo palabra extendido a mi nombre como prisionero de guerra en la capitulación de Appomatox, firmado Benet Goitia, como lo hubiera firmado un juez militar, y pocos días más tarde una postal desde Utah, donde el ingeniero había acudido para arrebatar ciertos secretos técnicos a los mormones; etc., etc., todo ello, toda esta insignificante memoria subjetiva, extendida sobre un período de quince años, formada de conexiones intermitentes, por no entrar en el contexto de aquellas relaciones como quien busca monedas en el fondo de un estanque y extrae piezas de muy diverso valor, mientras en la superficie se forma, lo mismo que en la memoria, no el retrato del biógrafo que se inclina sobre la lámina de agua, sino el reflejo salpicado de destellos, sutil y cambiante, del biografiado.

Murió en la madrugada del 5 de enero de 1993 en su casa de Madrid de resultas de un extraño tumor facial. Su entierro fue muy concurrido. Aún recuerdo a Vicente Molina Foix con el rostro descompuesto, pálido de no haber dormido, arrojando una mirada de espanto sobre la fosa (la mirada de Dante sobre el cadáver de Beatriz, la mirada de Doña Juana junto al ataúd de Felipe el Hermoso)(...)"

3.- Por último, el día 2 de abril en el blog ENCUENTROS DE LECTURAS el crítico literario Santos Domínguez publicó la suculenta entrada Biblioteca Juan Benet en Debolsillo

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